9. Ahora o nunca
Walter se había marchado a ultimar algunos preparativos del plan que habían elaborado. Arthur no había podido soportar el silencio que se había instalado en el piso, ni la desolación y preocupación que se dibujaba en el rostro de Lily pese a las horas de meticulosa planificación. La había convencido, o más bien arrastrado, para que le acompañara al exterior.
Habían recorrido apenas un par de calles, totalmente tapados con ayuda de los abrigos y bufandas para evitar ser reconocidos. Habían sido todo lo cautelosos que habían podido cuando habían elegido un pub y se habían adentrado hasta un rincón apartado. Allí la algarabía de alrededor suponía el mejor camuflaje, nadie les prestaba atención.
Pidieron comida. Al principio la conversación se centró sin que pudieran evitarlo en lo que iba a ocurrir, con suerte, al día siguiente. Conforme pasó el tiempo, parte de la tensión que ambos acumulaban se fue disipando. Acabaron hablando de cine. Lily le habló de sus películas favoritas, algunas de las cuales Arthur había oído mencionar en clases de historia o en documentales. Arthur le contó que, en unas décadas, la televisión reinaría en las casas y le narró sus propias películas.
Durante el segundo plato, acabaron confesándose sus travesuras infantiles más reseñables. Arthur le habló de su experiencia más dura como policía y, para cuando les sirvieron el postre, la charla distendida que habían establecido se esfumó.
– Mis padres murieron hace años y mi hermana tiene su propia vida en Liverpool. Nadie me echará de menos si me voy, si desaparezco, no de verdad. Y dado que no puedo permanecer en este tiempo, el reloj de Walter parece la mejor opción. Buscar un momento perdido en la historia sin muchas guerras e intentar establecerme… si todo sale bien– no había ni rastro de positividad en su voz, tan solo resignación–. ¿Tú que vas a hacer cuando todo esto acabe? ¿Regresarás a tu presente?
– No me queda familia en el presente. Tengo amigos… pero no hay realmente nadie esperándome. Además, “la Araña” de mi época también me está buscando. Así fue como acabé aquí, intentando esconderme de ellos y entender lo que estaba ocurriendo solo que puede que no escogiera el mejor momento– admitió.
Lily clavó los ojos en él y Arthur pensó que podía llegar a perderse en ellos, que si fuera por él, la noche nunca llegaría a su fin.
Justo cuando fue a abrir la boca, a preguntarle si le querría a su lado allá a donde fuera cuando tuvieran que marcharse, ella se le adelantó.
– Podríamos irnos juntos– le sugirió.
Arthur recordaría todo lo que pasó a continuación de forma confusa. Sería capaz de evocar con toda claridad la sonrisa de Lily cuando la había contestado, el latido desenfrenado de su corazón en el pecho cuando se habían acercado, cuando le había rozado la mano, el cuello, el sabor de sus labios al besarla… Sin embargo, no podría decir cuando abandonaron el pub, había un gran espacio en blanco en todo el trayecto de regreso al piso de Walter que acababa cuando arrastró a Lily con él, hacia él y cerró la puerta tras ellos.
